jueves, 19 de septiembre de 2019

A Sheffield sólo le interesa La Grande...

...me refiero a la gubernatura del estado de Guanajuato por Morena, no a la morena propiamente dicha, no sean mal pensados.

Desde que Ricardo Sheffield Padilla inició su gestión al frente de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) hace cerca diez meses, he sido molestado telefónicamente casi a diario en mi casa por los odiosos representantes de quien se presenta a sí misma como Previsión Gayosso, ofreciendo, obviamente, sus servicios funerarios. No ha bastado con que al operador en turno se le diga que no me interesan sus ofertas, que es la enésima vez en los últimos varios meses que a uno lo molestan con lo mismo, que por favor borren mi teléfono fijo de la lista de cambaceo en la que basan sus insultantes acosos.

Hoy en la mañana, por ejemplo, a mi petición en tal sentido, se me respondió con un agresivo y altisonante “¡Bueno, ¿está usted interesado en el servicio, sí o no, señor?!”. Ante lo que no queda más que colgar, con la correspondiente maldición por la grosera impertinencia. Pero el hostigamiento llega casi a lo inverosímil, como la ocasión en que después que hube despotricado contra la muchachita que me llamaba, ésta sólo atinó a decir: “¡Ok, señor, de cualquier manera se va usted a morir!”.

Parece de risa, pero no lo es, pues únicamente representa uno más de los incontables ejemplos de la falta de un Estado de derecho en este bendito país, y a las pruebas me remito. Enseguida me comuniqué por teléfono a la dependencia de nuestro prócer, el señor Sheffield Padilla, al número que hizo famoso un pegajoso jingle: 5568-8722, donde, después de explicar mi problema, la dama que me respondió me dijo que me pondría en contacto con la persona adecuada, y vuelta a esperar, hasta que otra dama me respondió con voz cansina: “Lo pasaron mal, lo transfiero”. Por fin, la tercera dama sólo atinó a decir: “Ahorita todos están en junta, no hay quien lo pueda atender”. Oiga, señorita -le espeté a esta última persona-, estoy llamando al número oficial de la Profeco, en horario más que hábil, pues apenas son las once de la mañana, ¿y no hay quien me pueda atender ¡porque están en junta!? Entienda, el problema que quiero resolver está por desquiciarme. “Llame más tarde”, obtuve por toda respuesta.

¡Bendita 4T y arribistas de pacotilla como Mr. Sheffield!

Acto seguido, me fui a la página de la procuraduría del consumidor en Internet y ahí me enteré que mi teléfono está registrado para evitar publicidad de todo tipo (comercial, de telecomunicaciones y turística) ¡desde el 28 de noviembre de 2007, hace casi doce años! ¡Ya ni me acordaba! Tal pareciera que la Cuarta Revolución, que no simple Transformación, encarnada por nuestro líder máximo, hubiera decidido pasarse este registro por el arco del triunfo. De otra manera, no me lo explico.

Ojalá que alguien en la Profeco reviva mi desesperada petición de que no se me moleste más en casa y multe a Gayosso con el máximo que autoriza el artículo 18 bis de la ley federal de protección al consumidor, que es, según el propio sitio de la procuraduría, de $1’513,916.80.

De no ser atendida mi petición con toda oportunidad, pronto estaré requiriendo los servicios que tanto denuesto, aunque no con Gayosso, mi esposa ya ha sido puntualmente instruida al respecto.


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