Jaime el "hospitalario"
Durante el interregno que media entre mis dos matrimonios, a finales de la década de los 80 del siglo pasado, fui enviado tres meses por IBM de México a los Estados Unidos para participar en un proyecto técnico. La perspectiva de estar solo tanto tiempo lejos del terruño infunde siempre cierto temor. Afortunadamente coincidí en la misma ciudad con alguien al que, por brevedad, llamaremos Jaime. No era mi amigo ni lo frecuentaba, pero el trabajar para la misma compañía en nuestro país de origen y vernos por azares del destino en una ciudad extranjera, hizo que nos detuviéramos a platicar, al menos. Jaime participaba en un programa de alta gerencia por rumbos de la ciudad norteamericana ajenos a los míos e iba a estar fuera durante un año, inicialmente solo, como yo. La vez que platicamos me invitó incluso a que lo visitara en su casa cuando lo deseara y me proporcionó su número telefónico. Transcurrido un mes y debatiéndome yo todavía por acomodarme a mi vida en solitario, me de...