Nada más para que se tenga una idea de cómo se manejan las cosas en México. En octubre pasado solicité mi pensión al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por cesantía en edad avanzada, después de 30 años de trabajo en IBM, HP y empresas privadas. Me otorgaron 4,284 pesos mensuales. Aunque lo esperaba, me pareció excesivamente baja, por lo que solicité una revisión. En revancha, me despojaron de ella aduciendo que el último año y medio había laborado para un negocio familiar (algo penado por la ley del seguro social (LSS)), lo cual nunca oculté, pagando religiosamente cuotas al IMSS y al Infonavit (instituto para la vivienda de los trabajadores), e impuestos al SAT (fisco). Emprendí una batalla legal de casi seis meses en diversas instancias civiles y judiciales (Profedet, JFCA, CNDH, SFP, PGR, SCJN, INDP, TSJFA).
La Profedet, la JFCA y los representantes legales del IMSS se coludieron para corromperme, pero me negué. Finalmente, una alta funcionaria del IMSS se condolió de mí y mediante la dirección jurídica del Instituto me restituyó la pensión de 4,284 pesos. Cuando me explicaron cómo habían calculado ésta, no salía yo de mi asombro. Mis cuotas al Seguro siempre estuvieron topadas por el máximo de 24 salarios mínimos (o algo así) que marca la LSS, excepto en el último año y medio en que mi salario de cotización fue de 310 pesos diarios y no alcanzaba ese tope. Sin embargo, los 458 de HP los toparon a los 24 salarios mínimos de aquella época (1995) y no como en rigor debería haber sido a los de la actual, y se convirtieron así en 180; y los 409 de IBM (1975-1995) en 150, lo que da un salario de cotización promedio de 199.95 durante los 5 últimos años de mi vida laboral, y, en consecuencia, los ofensivos 4,284 pesos de pensión mensual.
Compárese esto con las percepciones brutas de 194,548.30 pesos mensuales, 7,781,932 pesos de seguro de vida, 258,864.40 pesos de gratificación de fin de año, 6,878 pesos de prima vacacional, 400 pesos de ayuda para despensa, 61,902 pesos de fondo de ahorro, automóvil, telefonía celular, gastos de alimentación y 20 días de vacaciones al año de los altos funcionarios del IMSS a los que aquí me refiero (datos de la página del propio Instituto en Internet), y queda configurado el flagrante delito de distribución inequitativa de la riqueza de una nación.
viernes, 21 de mayo de 2010
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