jueves, 29 de octubre de 2009

La quiebra moral del IMSS

El jueves 29 de octubre de 2009 a las 6:30 de la madrugada, me presenté a tramitar mi pensión en la ventanilla de Prestaciones Económicas de la Unidad Médica Familiar número 51 con sede en la ciudad de León, Gto. Lo hice con más documentación de la que demanda el IMSS en su página de Internet, acompañando cada documento con una copia simple del mismo. Me asignaron la ficha de atención número 3, como recompensa a mi desmañanada.

Dos horas y 15 minutos después (8:45 am, pues la ventanilla fue abierta hasta las 8:20, aun cuando se debiera empezar a despachar desde las 8) era yo atendido por la amable señorita María Ofelia de Anda González, sólo para indicarme, después de la revisión de mis documentos, que me faltaban las CURPs de mi esposa y mis dos hijos. Al indicarle que esos requisitos no eran mencionados en la referida página de Internet, me respondió que si no los presentaba mi solicitud sería rechazada. Acto seguido, me indicó que también carecía de mi credencial ADIMSS del Seguro, cuando lo único que se pide, al carecer de ella, es un documento oficial que ampare el número de afiliación del asegurado. Tampoco esta razón mía fue atendida, por lo que fui obligado a tramitar la mentada credencial, que ahí mismo me entregaron. En cuanto a las CURPs faltantes, tuve que ir a imprimirlas a una papelería a unas cuadras de la clínica familiar.

La señorita De Anda me indicó que estaba en todo mi derecho de poner una queja en la urna transparente de plástico de que ahí se disponía para tal efecto, pero la urna únicamente contenía pañuelos desechables usados. Eso sí, mientras esperábamos ahí asegurados, pensionados y público en general, recibimos un “tallercito” (sic) sobre cómo utilizar el gel antibacteriano, tan de moda en estos tiempos. Acto seguido, fuimos requeridos para firmar una hoja de “asistencia” al mencionado “tallercito”, utilizando todos la misma pluma. Las enfermeras estaban más interesadas en que llenáramos la hoja que en el curso en sí, de otra manera, cómo justifican sus plazas.

En fin, después de cuatro horas y media, abandoné la clínica con el ansiado formato de solicitud de pensión “debidamente requisitado”, como les encanta a los burócratas decir, aunque prácticamente habíamos sido atendidas únicamente otras dos personas y yo, entre decenas que aún esperaban, muchas de las cuales sólo lo hacen para cumplir con el infame trámite de “supervivencia” y son atendidas en ventanilla por separado. A todo lo demás le da trámite Ofelia de Anda.

Por cierto, la solicitud salió con un error en mi dirección postal. Cuando se lo hice notar a doña Ofelia, me respondió que no importaba, que de cualquier forma se estaba adjuntando un comprobante domiciliario con la dirección correcta.

Esto es lo que yo llamo quiebra moral del Seguro Social.

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