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Mostrando entradas de febrero, 2024

Rincón culinario de la CDMX

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La semana pasada me fui con Elena a la Ciudad de México. Uno de los propósitos era celebrar la exitosa culminación de mi radioterapia contra el cáncer en algún buen restorán de la megalópolis. Aunque estuvimos ahí desde el martes, decidimos posponer el ágape hasta el jueves y escogimos para el efecto el comedero Les Moustaches , situado en la calle Río Sena de la colonia Cuauhtémoc en la delegación del mismo nombre. La mañana de ese día nos encaminamos hacia Reforma a través de la mencionada arteria, Río Sena, y lo que siempre ha llamado poderosamente nuestra atención es la serie de puestos callejeros de comida rápida que se ubican justo antes llegar a la avenida más   importante del país. No se puede dar un paso literalmente sobre la acera debido a la ingente cantidad de comensales que saturan el espacio desde la hora del desayuno. Nos detuvimos justo antes llegar a Reforma en el último puesto de la enorme hilera, uno de tamales, mi debilidad desde siempre, y, por primera vez en l...

Comparto su desprecio

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Leo a Macario Schettino, columnista mexicano, desde hace muchos años, primero en El Universal y ahora en El Financiero . Recuerdo con especial gusto sus colaboraciones en el primero todos los lunes, martes y jueves, dedicando el primero de estos días a comentar temas políticos con una solvencia y mesura enriquecedoras, y los martes y jueves a su fuerte: la economía, las finanzas y los negocios, con las mismas virtudes. Tenía incluso un blog donde complementaba, para quien quisiera seguirlo, los tópicos tratados en sus columnas. Lo disfrutaba tanto que lamenté de veras cuando anunció que El Universal había decidido prescindir de sus servicios, algo incomprensible por la gran pérdida que representaba. Pero me tranquilicé cuando me comentó que se incorporaba a El Financiero , donde colaboraría ¡diariamente! Sus colaboraciones ahí, más cortas, siguieron haciendo gala de su vasta capacidad intelectual y resultaban igualmente disfrutables, aunque pronto hubo de terciarlas (lunes, miércol...

Sueño hecho realidad

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Después de muchísimos años hice realidad mi sueño: releer La Ilíada , del divino Homero. Mantenía yo en estado latente toda la información adquirida durante mi primera y única lectura, pero descubrí que esta era más actual que nunca y que, como cuando era un odioso machetero en la escuela, dicha relectura no constituyó más que un delicioso repaso de algo memorizado a cabalidad. Diez años les tomó a los argivos, aqueos, aquivos, dánaos… a los griegos, pues, llegar a las inmediaciones de Troya, ciudad de los dardanios, teucros o simplemente troyanos, a quienes combatieron por otros diez años, de los cuales La Ilíada es testimonio únicamente de los finales 51 días de feroz combate, y otros diez años le tomó al griego Ulises u Odiseo, uno de los tantos héroes de la obra, regresar a Ítaca para reunirse con su amada y fiel Penélope, historia que queda plasmada en la otra inmortal obra de Homero, La Odisea . Dice Alfonso Reyes en el monumental prólogo de la edición Sepan cuántos… de Por...

El periódico nunca llegó

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Llevo más de sesentaicinco años de ser un lector compulsivo de periódicos  ( http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/07/otra-costumbre-inveterada.html ). Un día lluvioso de principios de diciembre del año pasado, el diario no llegaba y no llegaba, atribuyéndolo yo a la pertinaz lluvia, pero cuál no va siendo mi sorpresa enterarme, cuando llamé para quejarme, que tenía un adeudo con ellos, pues mi suscripción había vencido desde finales de noviembre y había yo ignorado la visita de mi repartidor con el documento para la renovación, lo cual constituía una flagrante mentira, ya que no me iba yo a privar así nomás de la placentera costumbre que describo mejor que nadie en http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2021/12/en-oportunidades-previas-hable-sobre.html . Me dio mucha rabia que falsamente me tildaran de moroso y, en vista de lo que digo en los dos artículos antedichos, decidí mandar al carajo a algo tan prescindible como mi cotidiano compañero matinal, ¡después de más de ve...

Temerario

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Llevé a Elena a visitar a sus padres, mis suegros, a San José Villa de Allende, un pueblo en el Estado de México dejado de la mano de dios a 420 kilómetros de León. Mi suegra, Glafira -en serio, así se llama-, recién cumplió los ochenta el pasado 25 de diciembre, por eso le digo que en vez de Glafira   prefiero llamarla Anticristo. Mi suegro, Alejandro, padre adoptivo de mi esposa, cumplirá los 86 a mediados de este año. Como verán, son más o menos de mi rodada, 74, a tal grado que cuando andaba cayéndole a Elena, 58, la gente se peguntaba si no andaría yo más bien tras la mamá que en pos de la susodicha Elena. Teníamos noticias de que andaban con los achaques propios de la edad, al extremo de necesitar el padre de una inseparable andadera que utiliza a partir de una cirugía reciente. Sin embargo, los noté tan bien que no resistí decirles que me daba mucho gusto verlos así. ¿Pues cómo pensabas encontrarnos?, inquirió el interfecto. No, pues mucho más fregados, les respondí cándid...