Cómo me gustaría que la lectura de esta reseña se fuera como el agua, tal como me pasó a mí con la lectura del libro del académico colombiano Carlos Granés Delirio americano, un extensísimo ensayo de ochocientas páginas de longitud, 416 notas incluidas. Estamos hablando de un fascinante recorrido por la historia social, cultural y política de Latinoamérica durante el último siglo y cuarto, a partir del año de la muerte del héroe y poeta cubano José Martí en 1898 hasta nuestros días, específicamente 2022: 125 años, ni uno más ni uno menos.
Esta obra titánica le tomó al autor una década, lo cual se nota en la erudición que desparrama a lo largo de sus páginas. Divide su escrito en tres partes: 1898-1930 / Un continente en busca de sí mismo: el americanismo y los delirios de la vanguardia, 1930-1960 / Los delirios de la identidad: la cultura al servicio de la nación y 1960-2022 / Los delirios de la soberbia: revoluciones, dictaduras y latinoamericanización de Occidente. La razón de esta división son las lecturas que Granés recomienda hacer del libro si el lector no desea hacer una lectura de pasta a pasta, y que quedan descritas en los títulos de las mismas. El escritor va un paso más allá y apunta que si a alguien le anda valiendo un soberano gorro América Latina podría contentarse con la lectura de las últimas sesenta páginas. “En ellas -dice el autor- se ilustra la manera en que factores típicamente latinoamericanos, como el populismo y el indigenismo, están afectando en la actualidad a las prácticas políticas y culturales de todo Occidente (el subrayado es mío). El libro que entonces tendrá entre manos será un corto ensayo sobre la invención e instrumentalización de la víctima.”
Precisamente con esa idea termina el libro: estamos tratando de crear un modelo de pureza ancestral para que vengan nuevos héroes a intentar originales reivindicaciones, que sería catastrófico que desembocaran en lo mismo.
Y es que a lo largo de las páginas Granés se monta en todos los movimientos sociales, rebeldes y revolucionarios que han moldeado esta América nuestra, con especial énfasis en la cultura: la literatura y la pintura, primordialmente, pero sin desentenderse de la demás artes. Las páginas referidas a México (el muralismo, Vasconcelos, los Contemporáneos), a la Revolución Cubana (Castro, el Che, Camilo Cienfuegos), a Argentina (Perón, Evita. Isabelita, los militares), a Chile (Allende, Pinochet), a Perú (Sendero Luminoso y Abimael Guzmán), a Paraguay (Stroessner), a Uruguay (los Tupamaros), etcétera, resultan entrañables, y qué decir de las decenas y decenas de escritores y pintores vernáculos y el análisis detallado y docto que hace de sus obras y que además constituyen un extenso catálogo para quien quiera adentrarse más en ellas. Agradecible, sencillamente agradecible.
Y como cubre hasta 2022, hasta de refilón le toca a nuestro aborrecible Andrés.
Pues sí, como agua se me fueron los ocho centenares de páginas, espero que a ustedes estas mediocres líneas no se les hagan más pesadas.
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