Da
pena decirlo, duele escribirlo; pero la corrupción ha perturbado los tres
Poderes sobre los cuales pesa la responsabilidad constitucional de dirigir la
buena marcha de la Nación Mexicana.
Édgar Ulises Báez Gutiérrez (Tesis profesional, capítulo V
–único no plagiado- , p. 206)
El martes 27 de diciembre de 2022 escribí: http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2022/12/yaesmia-esquiva-morosa.html, escrito que por cierto también envié el día 30 a los once ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Yasmín incluida, con una atenta solicitud de acuse de recibo. Seis de ellos amablemente respondieron: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea -ex Presidente-, Alberto Pérez Dayán, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, ¡Yasmín Esquivel Mossa!, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Ana Margarita Ríos Farjat, en ese orden; los tres segundos, junto con Javier Laynez Potisek y Norma Lucía Piña Hernández, fueron candidatos a presidir nuestro máximo tribunal por cuatro años a partir de este enero en sustitución del primero, con el resultado que todos conocemos. Los dos últimos mencionados y los tres restantes que conforman el tribunal prefirieron hacer mutis. No importa, pues me leyeron.
A propósito, navegando por la página de la SCJN, me enteré de algo que no imaginaba: la Ponencia de la ministra Esquivel Mossa enlista a 74 chalanes con nombres y apellidos entre asistentes, secretarios, auxiliares, asesores, profesionales, técnicos, oficiales y demás, y los otros diez tribunos no cantan mal las rancheras, aunque, curiosamente, ella es con mucho la que más tiene. Entre todos los ministros suman 595, para un promedio de 54 ayudantes por magistrado. ¿Se imaginan lo que toda esta ralea, togados incluidos, representa para el erario?
Espero haber contribuido con mi granito de arena a que la tramposa Yasmín no cumpliera sus espurios anhelos de presidir uno de los tres Poderes del Estado mexicano, y sus pares se decidieran por escoger a la primera mujer en el cargo en la historia de la SCJN: Norma Lucía Piña Hernández.
Pero aún falta que, por vergüenza, los mismos que votaron por Piña defenestren de la Corte a la impostora Yasmín, y que la UNAM concluya sus investigaciones y, literalmente, la degrade. Mínimo, pues la acción penal parece haber prescrito.
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