Todo comenzó con las elecciones del domingo 6 de junio de 2021 en México, en las que el partido oficial, Morena, impulsado por la increíble aceptación popular de Andrés Manuel López Obrador -por arriba del 70 por ciento- volvió a acaparar la mayoría en la cámara de diputados, no sólo absoluta, sino calificada. Los pleitos de la coalición PAN-PRD-PRI no pudieron superar el ámbito partidista, y esta promiscua relación contra natura se vio ampliamente superada por el Movimiento del Peje. Pero además, éste consiguió casi todas las gubernaturas de los estados en juego y las mayorías en los congresos locales correspondientes, amén de cientos de alcaldías en liza.
Siguió con la revocación de mandato en 2022, que López Obrador se negaba a que organizara el INE, pero que finalmente aceptó, advirtiendo que si el resultado le era adverso, lo impugnaría. Como el impulso que mencionamos arriba todavía le alcanzó, la mayoría optó porque el personaje continuara en el cargo hasta el fin de su mandato, en 2024.
Cuando no mucho después de iniciada su Presidencia AMLO decidió borrar de un plumazo la máxima “Sufragio efectivo no reelección” en documentos oficiales, algunos se sintieron muy inquietos, pero cuando en 2023 nuestro personaje decidió reformar la Constitución para permitirla, todos lo sentimos como un punto de quiebre. Sin embargo, como Morena contaba obviamente con la mayoría parlamentaria en más de dieciséis congresos locales en las entidades federativas, la modificación se aprobó prácticamente en fast track.
Insisto, fue el punto de quiebre, pues las mayorías empezaron a darle las espaldas a Andrés Manuel, de tal suerte que en las recién celebradas elecciones presidenciales este 2024, AMLO perdió, por un estrecho margen, pero perdió, a pesar de las advertencias del déspota de que si perdía, el pueblo se levantaría, pues querría decir que los conservadores y neoliberales, vamos, sus adversarios, se habrían confabulado para robarlo, y todo, orquestado por el INE, al que no ha dejado de denostar desde el inicio de su mandato y al que una vez más quiso dejar fuera de este proceso a pesar de haber convalidado sus triunfos en 2021 y 2022. Pero como dicen los gringos, enough is enough!, ¡basta!, y el pueblo -ahora sí el verdadero- no ha dejado de manifestarse a lo largo del mes para exigir que el sátrapa acepte los resultados y se vaya a La Chingada, su querido rancho chiapaneco.
Por eso no es nada raro que ayer el aún Presidente haya convocado al General Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, para que convoque a la tropa y a la Guaria Nacional, que nunca dejó de recibir sus órdenes, para que salgan a las calles en defensa de la “democracia” y sofoquen esta asonada en su contra. No en balde empoderó tanto el Peje al ejército durante su gobierno, y lo consintió y enriqueció como a ninguna otra entidad de su administración. No se da cuenta, el tirano, de que no queremos saber ya nada de él, que desde hace tres años el pueblo se debate en la miseria por todas sus decisiones estúpidas y por habernos retirado las calificadoras internacionales el grado de inversión, convirtiendo nuestros papeles de deuda en bonos chatarra, de no más valor que el papel que todos los días usa el señor para sus necesidades más elementales, y tan escaso en estos aciagos días de 2024 como en muchos otros de nuestra vida independiente en que nos han acuciado debacles económicas, nunca tan severas y crueles como la que padecemos actualmente.
Pero sobre la tragedia económica están antes la social, con 40 millones más de miserables, y la humana, con la insólita pandemia mundial que asoló al mundo a partir del segundo año de gobierno de este inepto ignorante, y que a México le representó casi tres millones de fallecimientos y la infección de una tercera parte de su población, claro, estas no son las cifras que ellos manejan, y el principal responsable de todo esto es el incompetente -diputado plurinominal ahora por Morena y entonces subsecretario de Salud- Hugo López-Gatell.
¡Cesa ya este coup d’etat, Peje, este golpe de Estado, no te queremos más, lárgate! A ti, como a nadie más, aplica la máxima izquierdista de Marx sobre la repetición de la historia: “primero como tragedia, después como farsa”.
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