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Mostrando entradas de julio, 2020

Revocación de mandato, la alternativa

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Existe un indicador socioeconómico, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad en el ingreso de los habitantes de una nación, el cual varía entre 0 y 1, indicando lo primero la igualdad total, esto es, todas las familias tienen exactamente el mismo ingreso, y lo segundo todo lo contrario, es decir, un solo individuo o familia acapara el ingreso de un país, o lo que es lo mismo, prácticamente el 100% de la población vive en la inopia. No es exactamente un porcentaje, pero se le parece mucho. Vamos, es un ponderado de la distribución del ingreso entre la población, y debe su nombre a su creador, el estadístico, demógrafo y sociólogo italiano Corrado Gini. Obviamente, no se requiere de un coeficiente de Gini cercano a 1 para calificar a un país de desigual. México, por ejemplo, que se encuentra dentro de las veinte naciones con mayor desigualdad en el ingreso del mundo, tiene un coeficiente de Gini de 0.483 (Banco Mundial, 2016), lista que encabeza Sudáfrica con 0.63 (BM, 2014) ...

Pide al tiempo que vuelva

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Para leerse escuchando Somewhere in time en YouTube , o aun sin leer esto, pues. Después de más de 90 días de clausura por la contingencia pude ir a correr de nuevo al Parque Metropolitano de la presa de El Palote, en León, Guanajuato, justo cuando acabamos de cumplir 17 años de nuestra llegada a la ciudad. En lo personal, siempre me he sentido un desarraigado aquí. Sin embargo, lo que ha salvado mi permanencia en la localidad es este maravilloso lugar de ensueño que rodea a la presa a lo largo de siete kilómetros, y que en ciertos tramos parece bosque y en otros tantos la mismísima playa, así de contrastante. Cuando llegamos contaba yo 54 años de edad e iba a trotar ahí cada tercer día, lunes y miércoles una vuelta y los viernes dos, ¡14 kilómetros! Y así durante muchos años, y era yo bastante veloz. Muchas veces la gente me detenía para hacérmelo notar, al ver el empeño que ponía yo en ello. Con el paso de los años y acercándome con la misma celeridad a los 71, obviamente m...

La Compañía Más Admirada

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A principios de 1975 atravesaba yo por una severa crisis existencial. El año anterior había abortado unilateralmente un importante proyecto personal en el extranjero y regresaba a casa derrotado. A poco de volver, el último cuarto de ese año, entré a trabajar en Telmex, donde sólo duré tres meses y medio. De inmediato me uní a un consultor independiente que poco antes había renunciado a la misma empresa. Con él estuve únicamente mes y medio, tras una nada cordial relación. Mi desesperación era tal que caí en la Secretaría de Hacienda del Gobierno federal, con una estancia ahí de solamente ¡cuatro semanas! Ya para entonces formaba yo parte de una terapia grupal de ocho personas bajo la supervisión de una siquiatra por los rumbos de Polanco. A tal grado se había derrumbado la fe en mí mismo. Lo que me llevó a dejar Hacienda, además de la crisis personal y el deprimente ambiente burocrático, fue el anuncio en el periódico con el que IBM trataba de allegarse recién graduados o pasantes...

"Amiga muerte"

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Ustedes han de pensar que yo me empeño en encontrar lecturas acordes con mi melancolía, ¡pero no, lo juro! Supe de la publicación del libro Por la tangente / De ensayos y ensayistas (Taurus, 2020), de mi admiradísimo Jesús Silva-Herzog Márquez, y el análisis que en él realiza, a lo largo de medio centenar de breves ensayos, de lo que otros tantos pensadores han plasmado en ensayos de su autoría. Eso sí, mi sesgo hizo que me impactara profundamente lo que el autor escribe acerca del filósofo George Steiner y la afirmación de este sobre algo que a mí me ha apasionado siempre. Las conclusiones del propio Jesús son por demás pertinentes. A quienes me han leído cotidianamente en escritos previos les constará que estoy totalmente de acuerdo con ambos. Escribe Silva-Herzog sobre Steiner, en su pequeño ensayo El ensayista como cartero , lo siguiente: “Amiga Muerte”. ¿A dónde apunta, de dónde viene esta inscripción? ¿Cuál es la exigencia de este misterio? A partir de esa decena de letr...

Guanajuato: el horror

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En 1960, siendo yo un chiquillo de escasos diez años de edad, cuando el autobús escolar que me transportaba al Colegio Cristóbal Colón transitaba por la calle Antonio Caso de la colonia San Rafael en la hoy Ciudad de México, poco antes de doblar a la izquierda sobre Sadi Carnot donde se encontraba la escuela, presencié una escena que me marcó de por vida: justo enfrente de la funeraria Tangassi, inmaculadamente pintada de amarillo canario, un hombre ensangrentado y con pistola en mano le disparó a otro a quemarropa, matándolo al instante   y dejándolo tendido sobre el pavimento a media calle, mientras que un compañero del asesino, igualmente ensangrentado, lo tomó por la cintura y lo condujo lejos de ahí, recargándolo contra la pared de la casa mortuoria, que también se tiñó de rojo, y conteniéndolo con ambos brazos para que no disparara más contra su rival, ya que aún mantenía el arma en su diestra. Ya imaginarán ustedes la escandalera que se armó en el camión atestado de cha...