Buena condición física, necesaria para todo
Cuando llegamos a las inmediaciones de la torre Eiffel, nos dimos cuenta de que estaba acordonada. Elena, los entonces niños Caro y Raúl, de 11 y 9 años de edad, respectivamente, y yo nos acercamos lo más que pudimos para ver lo que ocurría. Todo era provocado por un hombre de mediana edad que trepaba por una de las patas del monumento. El individuo se aproximaba al nivel del primer piso de la torre, a más de 50 metros sobre tierra firme, y era seguido en su loca aventura por cuatro o cinco bomberos tratando cautelosamente de darle alcance. No se permitía la entrada a los que estábamos fuera ni la salida a quienes se hallaban dentro de la majestuosa mole de acero. Mientras tanto, el hombre continuaba su ascenso, y se veía que el bombero en punta iba hablándole y tratando de disuadirlo para que desistiera en su temerario empeño. Sin embargo, aquel no hacía caso y seguía escalando. Esto llevó varios minutos todavía, hasta que hubo llegado a los inicios del arco que ahí formaba la to...