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Mostrando entradas de 2017

¡Qué huevos!

El crudelísimo invierno de 1983-84 fui asignado por IBM de México, donde trabajaba, al centro de soporte que la corporación tenía en Boëblingen, Alemania, cerca de Stuttgart, durante tres meses (diciembre a febrero). Las fiestas navideñas casi coincidían con las de este 2017, ya que iniciaron el viernes 23, después del horario de oficina, y terminaron el lunes 26, pues la empresa en aquel país acostumbraba dar el día siguiente a la Navidad. Los momios no me favorecían, ya que al no ser yo europeo, como la mayoría de los compañeros que ahí tenía y que podían regresar a sus países de origen cada dos semanas, no debía ausentarme del lugar sino hasta el fin de mi asignación, o bien los fines de semana o días feriados con el compromiso de regresar a la oficina al día hábil siguiente, de tal suerte que aquel viernes 23 en la tarde-noche fue de condolencias para mí por parte de todos mis colegas porque iba a permanecer solo, si así lo decidía, tres largos días en el pueblecito de Schöna...

Me declaro Amlo-ísta de clóset (o por qué votaré secretamente por Amlo)

Jamás me atrevería a confesar en público que el próximo domingo 1 de julio de 2018 votaré por Andrés Manuel López Obrador, pues me provocaría una profunda vergüenza, máxime con declaraciones tan imbéciles como la de la amnistía para narcos. Pero como yo, hay millones de mexicanos hartos, y todas las encuestas nos subestiman o de plano nos ignoran, ¡cuidado! Por lo pronto, en la familia ya somos cuatro. Sin embargo, me llevó a tomar esta decisión y convencer a los míos de que se unieran experimentos “exitosos” de tanta resonancia como el Brexit y Trump, aunque basando mi hartazgo en factores por entero diferentes y de mucho arraigo entre nosotros. Me explico. Cómo no empezar por las casas de Peña y Videgaray, la Blanca y la de Malinalco, adquiridas contra todas la de la ley (moral y ética, al menos) y bendecidas con la exoneración de toda culpa por ese ser que, de no existir, lo hubiera inventado Walt Disney: Virgilio Andrade. Y ni qué decir de la promoción de Tomás Zerón a consej...

¿Decepción cuántica?

Acabo de leer el libro de Stephen W. Hawking Historia del tiempo / Del big bang a los agujeros negros (editorial Crítica, 2017 / Editorial Planeta, 2013) en su edición de aniversario, a 25 años de su publicación original en inglés, A Brief History of Time From the Big Bang to Black Holes (1988). En el libro, Stephen Hawking se manifiesta optimista de encontrar una teoría unificada para la mecánica clásica o celeste (relatividad general) y la mecánica cuántica o subatómica (de partículas), algo así como una teoría cuántica de la gravedad. Esto, a pesar del determinismo y principio de causalidad de la física clásica, por un lado, y, por el otro, el principio de incertidumbre de la mecánica cuántica, que llevó a Einstein afirmar que “Dios no juega a los dados”, pues dicho principio de incertidumbre establece que no se puede estar totalmente seguro acerca de la posición y la velocidad de una partícula: cuanto con mayor exactitud se conozca una de ellas, con menor precisión puede conocer...

Paliativo contra el hartazgo

El único paliativo contra el hartazgo de la existencia que yo conozco es la lectura. No siempre fue así. Recuerdo que en mis años mozos, preparatorianos, cursaba yo la materia de literatura universal en la Universidad la Salle del Distrito Federal, hace exactamente medio siglo. Como todo en aquella época, tomaba esto como una más de mis ineludibles obligaciones que había que cumplir a la perfección. Así, memorizaba la lección al pie de la letra sobre lo que el maestro nos había dejado leer de la antología que nos servía de apoyo como libro de texto para el referido curso. Y cuando digo memorizaba, me refiero a ello literalmente, como si fuera yo una moderna computadora: tanto el material crítico del antólogo sobre las creaciones de los más grandes autores de la historia hasta nuestros días, como los extractos de sus obras incluidos en el libro, de tal suerte que cuando el profesor me solicitaba que expusiera el tema, ahí estaba yo recitando como tarabilla todo lo que había grabado en ...

Muerte buena

Tengo un amigo, médico, defensor a ultranza de la eutanasia para enfermos terminales y practicante él mismo de este bálsamo en personas que en tales circunstancias acuden en su auxilio. Fue así como ayudó a bien morir al más reputado periodista y politólogo del país, aquejado por un cáncer terminal muy penoso y agresivo, y quien, en su última columna, publicada de manera póstuma, hasta oportunidad tuvo de despedirse de todos sus lectores. Hace unas semanas, el galeno escribió un artículo provocador en el periódico donde colabora todos los domingos y va un paso más allá: se pregunta si es lícito ayudar a morir por enfermedades no terminales, y mencionaba el dramático caso del holandés Mark Langedijk, de 41 años, divorciado, con dos hijos, 21 intentos fallidos por redimirse del alcohol, depresión profunda y quien luchó y obtuvo de parte de las autoridades sanitarias de su país el permiso para poner fin a su vida mediante la administración profesional de una inyección letal, cosa que ocu...

Deprimente vivencia democrática

Ninguna experiencia tan democrática (nos aterroriza a todos por igual) como un sismo. En 1957 era yo un chiquillo de siete años de edad. Tenía una hermana menor, de cinco, y un hermano mayor, de nueve, y vivíamos todos,  junto con nuestros padres, en pleno Distrito Federal. La madrugada del domingo 28 de julio de ese año, mi padre entró en pánico y, arrodillado en el piso, no dejaba de dar tumbos de un lado a otro implorando a María Santísima y a Dios Nuestro Señor que cesara el fuerte movimiento de tierra que en aquellos momentos se estaba dejando sentir en toda su intensidad. Intentaba, además, ponernos a salvo despertándonos para emprender la huída desde el segundo piso de nuestra vivienda hacia la calle, pero mi madre se lo impidió diciéndole que nos dejara dormir, que sólo nos asustaría. Ninguno de nosotros tres nos enteramos de nada sino hasta que amaneció, cuando mi madre hizo amorosa burla de las solicitudes celestiales de mi padre apenas hacía unas horas. Durante la s...

De la ligereza

Siempre se me ha hecho más difícil abordar un libro de las llamadas ciencias “blandas”, como la sociología, que de   las denominadas “duras” (física, matemáticas) y las “semiduras”, como la economía. No ha mucho abordé uno de dichos textos blandos: La estructura de las revoluciones científicas , de Thomas S. Kuhn, que tal vez por el tema y por ser su autor un sociólogo doctorado en física no resultó tan “blando” y me pareció fascinante. No estaba ocurriendo así con De la ligereza , del sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky. Un buen amigo mío confiesa que él lee poco, y si lo que lee no le gusta, no le da más de uno o dos capítulos antes de claudicar. También afirma que no hay libro de administración de negocios (él es el director del Campus Tecnológico de la filial en Guadalajara de una de las corporaciones más grandes e importantes del mundo) que no le haya dado a uno más del 90% de su contenido neto al llegar al capítulo tres, que el resto sólo sirve para dar volumen y...

Tristram Shandy

En un escrito anterior prometí comentar acerca del libro que entonces estaba leyendo, La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy o, simplemente, Tristram Shandy , del irlandés Laurence Sterne. A decir verdad, el libro me pareció una bobera, a pesar de “la vida y las opiniones del caballero” Javier Marías, el célebre escritor ibérico y traductor al español de la obra, que, como en aquel entonces, aquí reproduzco: “ Tristram Shandy es mi libro favorito: es, a un mismo tiempo, la novela clásica más cercana al Quijote y a la del siglo en que escribo; tanto su recuerdo como su frecuentación esporádica me producen un indefectible placer; puede abrirse por cualquier página, con asombro y sonrisa siempre. No creo haber aprendido más sobre el arte de la novela que durante su traducción. Sin duda, mi mejor obra.” ¡Qué despropósito! Más que de la vida, versa únicamente sobre las “opiniones” de Tristram Shandy, narrador en primera persona de la novela, que sólo en el volumen VII de...

La Princesa Caramelo

Como ya he dicho en ocasiones anteriores, mi padre vivió su infancia como “mojado” en California en el primer tercio del siglo pasado, donde aprendió a hablar el inglés sin acento, lo que le fue de enorme utilidad a su regreso a México para ejercer de guía de turistas en su primera juventud y hasta bien entrada su madurez, hacia los 46 años de su vida adulta, cuando se unió a la embajada americana en nuestro país. Como también he señalado, la compañía privada de turismo para la que trabajaba conduciendo su propio auto, frecuentemente recibía solicitudes para prestar sus servicios a personalidades del mundo de la diplomacia tanto nacional como internacional. Fue así como en una ocasión fue asignado para el traslado de una Princesa de la monarquía británica de Cuernavaca, Morelos, a la Ciudad de México. Viajaba ésta acompañada por una asistente y mi padre tenía que recogerlas en una mansión privada de la capital del estado y dejarlas en un hotel de lujo del entonces Distrito Federal. L...

De Cervantes a Fuentes, pasando por Sterne y Joyce: Terra Nostra

“… tierra de las vísperas, Hispania, Terra Nostra.” Carlos Fuentes, Terra Nostra Durante el seminario sobre Fernando del Paso al que asistí en julio de 2016 en la librería del Fondo de Cultura Económica Efraín Huerta, conducido por el escritor y crítico literario Alejandro Toledo, éste establecía una línea directa de Cervantes y su Quijote hacia Del Paso y su José Trigo, pasando por Laurence Sterne con su Tristram Shandy y James Joyce y su celebérrimo Ulises, en ese orden cronológico. En el ínter mencionó también a Robert Burton y Antología de la melancolía y al equivalente hispano de Sterne, Julián Ríos, y, como no queriendo la cosa, a la víctima favorita del ninguneo por ciertos arrogantes círculos de la intelectualidad mexicana, Carlos Fuentes, como la revista cultural Letras Libres y el propio Toledo, quien en aquella ocasión me dijera que Terra Nostra era algo de lo que todavía se podía rescatar del desaparecido autor mexicano. En cualquier caso, todos los mencionados como ...

De memoria, sólo las tablas de multiplicar

En la primaria yo “aprendí” que la luna siempre le mostraba la misma cara a la Tierra y que esto era –bien lo memoricé- porque el movimiento de rotación de nuestro satélite sobre su propio eje y el de traslación alrededor de nuestro planeta son de la misma duración: 27 días y un tercio. Con esto me bastó para obtener un 10 redondo en mi clase de geografía y consolidó más mi fama de alumno ejemplar en el colegio privado donde estudiaba. ¿Que por qué Selene mostraba siempre el mismo hemisferio a los terrícolas? Obvio, porque la duración del movimiento de rotación y traslación de la luna duran lo mismo, no hay más, memorízatelo bien. Así lo “aprendí” y mejor lo memoricé y no me hizo falta más… hasta que un día mi hija Caro me hizo rebuznar 41 años después, cuando ésta cursaba el tercer año de primaria en el año 2000. - Papi –me preguntó-, ¿me podrías explicar por qué sólo le podemos ver una cara a la luna? - Obvio, Caro –le respondí, inflamando el pecho con orgullo y autosuficiencia...

Golpe de Estado en los EU

Washington, D.C., 21 de marzo de 2018. Nada, ni la guerra de independencia en 1776, ni la de Secesión en 1861, ni el asesinato de Lincoln en 1865, ni la Primera Guerra Mundial en 1914, ni el crack bursátil en 1929, ni la Segunda Guerra Mundial en 1939, ni la de Corea en 1950, ni la de Vietnam en 1955, ni los misiles rusos en Cuba en 1962, ni el asesinato de Kennedy en 1963, ni el de Martin Luther King en 1968, ni el de Bob Kennedy ese mismo año, ni Watergate en 1972, ni la humillante crisis de rehenes en Irán en 1979, ni la primera guerra en Irak en 1991, ni las Torres Gemelas el 9-11 de 2001, ni la segunda guerra en Irak en 2003, ni la crisis financiera mundial en 2008, ni la muerte de Osama bin Laden en 2011, nada, repito, impactó más al pueblo de los Estados Unidos que el golpe de Estado orquestado contra su presidente constitucional, Donald J. Trump, hace dos días, el lunes 19 de marzo de 2018, por el general disidente Timothy S. McCloskey, hasta ese día cabeza del Ejército y hoy ...

Víspera de horror

En un artículo anterior relaté cómo mi hijo Raúl obtuvo una especie de internship en Miami por parte de un próspero manejador de futuros financieros, compañero mío en la universidad, después de que aquél se hubiera graduado con todos los honores a mediados del año pasado como administrador de negocios en la Universidad De La Salle Bajío ( http://blograulgutierrezym.blogspot.mx/2016/10/cuando-los-hijos-se-van_2.html ). Pues bien, se fue a finales de agosto y a principios de diciembre del mismo año regresó a León para pasar aquí las la Navidad y el Año Nuevo, con la petición expresa de mi amigo para que se reintegrara a su oficina de Miami a mediados de enero. Así, el martes 17 se levantó a las 4 de la mañana para prepararse y trasladarse poco después de las 5 al Aeropuerto Internacional del Bajío y abordar el vuelo de Interjet de las 7:45 con destino a su primera y única escala en la Ciudad de México, de donde a su vez partiría a su destino final en el vuelo de la misma aerolínea a l...