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Médica Sur, ¿calidez humana?

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En pasado día de muertos, “desenterré” la siguiente carta publicada íntegramente en Palabra de lector de la revista Proceso (número 858) el sábado 10 de abril de 1993. ¿Habrá avanzado en algo el humanitarismo en la procuración de salud de nuestras instituciones públicas y privadas en estos más de 32 años? Me aterra pensar que muy probablemente ha empeorado. Los mercaderes de la salud Señor director: Quiero denunciar ante usted los desmedidos afanes de lucro y otras irregularidades “menores” que tienen lugar en el hospital Médica Sur. El sábado 13 de marzo, mi madre, una señora mayor de más de 70 años de edad, se despertó sintiéndose muy mal y con dolores insoportables en la parte baja del vientre. Este parecía ser otro más de los innumerables y penosos padecimientos por ella sufridos a lo largo de los últimos 20 años de su vida: asma crónica, embolia cerebral, pérdida de un ojo por operación de cataratas mal practicada, fractura de cadera por una caída de las escaleras, múlti...

¡Me gané el premio mayor!

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En mayo de 2003 participé en una trivia de vinos que organizaba un periódico de la capital de la república con motivo del décimo aniversario de su aparición. El concurso estuvo abierto durante dos semanas y media y el ganador sería el que primero hubiera respondido acertadamente todas las preguntas de la trivia. El premio consistía en una visita para dos personas a los viñedos, bodegas y cavas de la compañía vitivinícola de Robert Giraud en Burdeos, Francia. Como yo, auxiliado por Internet, respondí el cuestionario el mismo día de su aparición antes de las doce del día, estaba seguro del triunfo. En efecto, cuando el 30 de junio mi nombre fue anunciado como el del ganador durante una cata en la enoteca Tierra de Vinos que el diario organizó para los veinte participantes que primero respondieron el test, ello no constituyó sinceramente ninguna sorpresa para mí, aunque sí un enorme gusto para mi esposa y un servidor. El viaje por Air France podría ser tomado por el ganador en la fecha ...

La vez que conminé a Colosio

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Parte de mi trayectoria final en IBM de México transcurrió en la Dirección de Relaciones Externas como Telecommunications Country Representative (TCR), encargado básicamente de las relaciones con los grandes corporativos empresariales y gubernamentales en materia de telecomunicaciones (SCT, Telmex, bancos). A la dirección llegaban frecuentemente invitaciones para participar en foros y reuniones de índole política, social y económica de interés general. Tal fue el caso cuando a finales de 1993 el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) nos invitó a participar en una reunión con el candidato del PRI a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, en un exclusivo hotel de Polanco, desayuno incluido. El director me designó para que yo acudiera en representación de IBM. El salón donde se llevó a cabo la reunión estaba a reventar, no sólo de representantes empresariales, sino de los medios de comunicación que se dieron cita en el lugar para cubrir las ac...

Mi blog, un desastre

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Creé mi blog https://blograulgutierrezym.blogspot.com/ hace bastantes años para que sirviera de repositorio o almacén de todos estos escritos con los que intento distraer su atención, más que ilustrarlos -¡líbreme Dios!- en los diversos tópicos o asuntos que abordo en ellos. Por lo mismo, no se me había ocurrido, sino hasta hace poco, echarle un vistazo a las estadísticas que la plataforma me ofrece sin yo pedírselas. Fue así como me enteré que tengo cero seguidores, ni encontré en el sitio un lugar para que la gente se apunte para tal efecto; mi blog consta de 515 entradas, ya considerada ésta, y la inverosímil cantidad de únicamente 51 comentarios a lo largo de ¡más de tres lustros! Eso sí, 95,176 incautos han ingresado de una u otra forma a mi parcela, lo que de cualquier forma da un promedio diario notable a través de los siglos. Pero lo que definitivamente no tiene igual son los ingresos monetarios que he acumulado a lo largo de todo este tiempo: ¡116 pesos con 22 centavos!...

Soy un analfabeto

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Ahora que tuve que renovar mi credencial de elector, comúnmente conocida como INE, recordé un episodio por mí vivido hace ya más de una década en la unidad de medicina familiar de mi tormento el IMSS. Y es que por   más oportunidades que me daba la amable empleada del INE para que yo quedara satisfecho con la firma que tenía que trazar con un lápiz electrónico sobre la pantalla luminosa a mi disposición, nomás no me salía. Total, después de cinco intentos en que ella borraba pacientemente con un paño lo por mí garabateado para volver a intentarlo, le dije ya, esta última, se queda. Mi memoria se remontó varios años atrás, cuando todavía era necesario para los jubilados dar prueba de supervivencia presencialmente en el malhadado Seguro. Y ahí me tienen, haciendo inhumana cola detrás de otros viejitos -muchos de ellos discapacitados- para estampar mi firma en el correspondiente oficio, dando fe de que seguía existiendo. Ya desde entonces estaba yo peleado con mi firma, pero como en...

Se me escapó el Nobel otra vez

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Emprendí la lectura por ¡cuarta ocasión! de Los Buddenbrook , la sublime novela de Thomas Mann (Edhasa, 2008), descomunal obra de ¡884 páginas! que se van como agua. Más que intentar una reseña, refiero al lector a lo que aquí escribí hace más de once años y que me llena de un profundo orgullo ahora que lo recordé con esta relectura de Mann  ( https://blograulgutierrezym.blogspot.com/2014/07/schopenhauer-filosofo-maldito.html ). También trajo a mi mente otro escrito más reciente, de hace casi cuatro años, e igualmente publicado aquí sobre uno de mis tormentos más recurrente de los últimos veintidós años  ( https://blograulgutierrezym.blogspot.com/2021/12/en-oportunidades-previas-hable-sobre.html ). Que mi pereza para escribir algo más sustancioso esta vez los induzca a hurgar en estas dos viejas “joyas”.

¡Auxilio, socorro!

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Hace 22 años, en julio de 2003, salimos huyendo de la Ciudad de México para instalarnos en León. Previo a ello, adquirimos el negocio que un franquiciante manejaba por sí mismo en el centro comercial más exclusivo del Bajío: Plaza Mayor. Hasta de Querétaro nos visitaban con el único afán de comprar en el Liverpool ahí afincado. Tan sólo quince meses después, en noviembre de 2004, tuvimos que salir huyendo nuevamente, pero esta vez de dicho centro comercial: los ingresos no alcanzaban más que para pagar la obscena renta del local que ocupábamos. Años después, en marzo de 2008, nos instalamos en un nuevo sitio que estaba abriendo sus puertas, Plaza Galerías Las Torres, ya con una franquicia adquirida por nosotros al mismo franquiciante de la vez anterior. Si en ese entonces me hubieran dicho que pasados 17 años seguiríamos ahí, habría calificado de loco a quien tal afirmara. Cómo crees que un negocio micro vaya a sobrevivir esa eternidad, lo hubiera refutado, pues de esa manera ya tend...