El viernes 4 de julio de 2025 acudí a mi clínica del IMSS para la revisión trimestral rutinaria de control tras el cáncer que se me diagnosticó hace dos años y del que salí bien librado hace poco más de uno. Como todas las veces, se me citó a las ocho de la mañana, pero como siempre, sin fallar ni una sola ocasión, se me recibió hasta ¡tres horas después! Pareciera consigna.
El titular de la consulta es el doctor que me detectó el cáncer en el Hospital Ángeles de León, pero sólo me ha atendido en un par de las ocho ocasiones en que he acudido, pues todas las demás han sido con subalternos o sustitutos, algunas veces inexpertos estudiantes en ciernes. Como recordarán, para mi curación también opté por la medicina privada, ya que las máquinas del Seguro estuvieron fuera de servicio por descompostura un buen rato y la atención en sus instalaciones era un auténtico maremágnum.
El viernes salí jurando de ahí que jamás acudiría otra vez a esas revisiones de rutina en el Seguro. ¿Cómo se puede tener tan poco respeto por el tiempo del derechohabiente y hacerlo perder tres horas de su vida para revisiones trimestrales que no resultan en nada, sino en la sola conservación del lugar para subsiguientes consultas y en la obtención de medicamentos “gratuitos” que de ellas pudieran resultar? Llegado el caso, prefiero erogar el costo de una consulta privada si los resultados de los análisis clínicos así lo ameritaran.
Los documentos que le expiden a uno en las citas incluyen el nombre del anteriormente citado titular de la consulta, pero quienes firman son los sustitutos o subalternos que lo representan. Lo más curioso es que a la salida la experimentada secretaria encargada de programar las citas le advierte a uno que dentro de tres meses el doctor titular no va a poder atenderme (oiga, doña, pero si casi nunca lo hace, hoy, por ejemplo, pienso), sino que lo hará otro doctor a las dos de la tarde del viernes 3 de octubre, pero que me recomienda llegar una hora antes, ya que los pacientes de la tarde son atendidos conforme llegan. Ganas no me faltaron de decirle que si quería llegaba yo a las ocho de la mañana, total, tres horas adicionales de espera qué son, pero como había ya hecho mi juramento de no volver, opté por guardar silencio.
No está por demás señalar que el doctor titular de la consulta en mención aparece con un sueldo mensual de 43 mil pesos pagados por el Seguro de acuerdo a la Plataforma Nacional de Transparencia del Gobierno federal, además de un jugoso aguinaldo de 85 mil 265 pesos con 19 centavos, prima vacacional, fondo de ahorro y una ayuda para actividades recreativas y culturales por 95 mil 465 pesos con 31 centavos anuales. Esto, claro, aparte del ejercicio privado de su profesión. ¡Y dicen que el IMSS está a punto de reventar, financieramente hablando!, porque operativamente, ya no hay más que agregar.
Lo hasta aquí dicho es nada comparado con las penurias de la escasez de medicamentos y la deficientísima atención del IMSS a pacientes con problemas mucho más serios de salud: las criaturas con cáncer, para no ir más lejos.
Por todo lo anterior, ¡viva el IMSS-Dinamarca!