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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Jesús Silva-Herzog Márquez

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Comencé a leer a Jesús Silva-Herzog Márquez desde hace más de cinco lustros en el Reforma . Al mero principio pensé que escribía ahí por influencia familiar de su padre, Jesús Silva- Herzog Flores, ex secretario de Hacienda y precandidato a la presidencia de la República en el sexenio de Miguel de la Madrid, y hasta de su desaparecido abuelo, el ilustre historiador potosino Jesús Silva Herzog, y de quien ambos tomaron sus apellidos para formar uno compuesto. Desde su primera columna quedé disuadido de que no era así, de que el joven de escasos treinta años de edad tenía méritos propios y una preclara inteligencia, de que era un ácido crítico, pero equilibrado y sin estridencias. Desde entonces quedé fascinado y lo he seguido leyendo lunes tras lunes a través de los años. Afortunadamente, el periódico local que leo en la ciudad de León reproduce puntualmente dicha columna al mismo tiempo que el periódico de la Ciudad de México. Ningún otro columnista del país se le aproxima siquiera. ...

El placer de viajar a...

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Elena y yo teníamos varios años de no salir del país, tantos que nuestros documentos para hacerlo (pasaporte y visa) estaban más vencidos que la Selección Nacional, por lo que decidimos tomar el control de nuestras vidas y renovarlos. Empezamos por los pasaportes y comenzaron nuestros problemas. Antaño no había más que acudir a la oficina de enlace de la SRE en Plaza Mayor y mediante una módica cuota, adicional al costo del documento, pasar a recogerlo a los pocos días al mismo lugar. Ahora no, pues la elaboración del pasaporte ya no se hace en León, donde incluso uno podía ir personalmente a Plaza Galerías Las Torres, lugar en que los producían, y recogerlo por la tarde del mismo día. En la actualidad disponen de un teléfono 800 para programar citas. Su sitio en Internet para el mismo fin es un desastre, y aunque hay que armarse de valor con el número 800, ya que generalmente suena ocupado, resulta una opción menos aventurada que iniciar el trámite en línea. Cuando finalmente contes...

Buen Fin de holganza

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Previo a su viaje a Turquía, Carolina tuvo a bien obsequiarme el libro El novelista ingenuo y el sentimental , del Nobel turco de literatura Orhan Pamuk, me imagino que para irme poniendo a tono con su periplo. Lo leí en estos días que uno prefiere quedarse en casa que andar tirando tinacos en las azoteas. A los lectores de novelas los divide igualmente Pamuk en ingenuos o infantiles y sentimentales o reflexivos: los primeros son los que leen una novela sin complicarse mayormente la vida, a diferencia de los segundos, más interesados intelectualmente en la obra y en los intríngulis de su forma, pero ambos, ingenuos y sentimentales, preocupados por encontrar el “centro” (tema, le prefiere llamar Borges) de la novela, que no hay que buscar, por cierto, en las novelas de género (ciencia ficción, fantásticas, policiacas y románticas), pues en ellas el centro siempre está donde lo encontramos en ocasiones anteriores. Pamuk pone el ejemplo del argentino Jorge Luis Borges y Moby Dick , de H...

El orgullo de mi fanatismo

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Caro, mi hija, completó hoy, domingo 7 de noviembre de 2021, sin detenerse, el maratón de Estambul, Turquía, y no es que yo la haya impulsado a hacerlo, cuando mucho me tomó como referente después de más de cuarenta años en estas correrías. Se decidió este mismo año a intentarlo a sus treinta de edad y, como otras veces en distintos aspectos de su vida, se inclinó por lo más exótico que pudiera ocurrírsele: este país euroasiático. Es más, el maratón comenzó en la parte asiática de la ciudad, continuó a la europea y vuelta hacia Asia, valga el seudo redundante chistorete. Lo más que hice yo fue acompañarla los últimos siete kilómetros de su entrenamiento de 35 con el que dio por concluida su preparación de fondo en el Parque Metropolitano de León, Guanajuato, antes de marcharse con Juan Martín a la enigmática Turquía. Huelga decir que en tal ocasión me dejó atrás a pesar de llevar ya ella cuatro giros de siete kilómetros cada uno cuando yo me le uní. Algo con lo que también la “ayudé”...

El Chivo

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  En junio de 1961, siendo yo un chiquillo de once años de edad, recuerdo haber visto con espanto -quizá en la revista Life - fotos sobre el magnicidio del déspota caribeño Rafael Leónidas Trujillo Molina, alias el Chivo, que tiranizó a la Republica Dominicana por más de treinta años. Poco tiempo después, en 1967, cuando cursaba la prepa, el maestro de ética, Samuel Vargas Montoya, alias el Piolín, dramatizaba y engolaba su voz para hablarnos grandilocuentemente y con horror del autócrata dominicano: “¡Rafael Leónidas Trujillo!   -decía, con el dedo índice de su mano derecha apuntando admonitoriamente al cielo- el demonio dominicano que siempre temió ser masacrado por sus conciudadanos, como lo fue, y que permanentemente, desde hacía años, mantenía un avión con los motores en marcha las 24 horas del día en el aeropuerto de Ciudad Trujillo para huir antes de que ello ocurriera, sin conseguirlo”. Aunque esto fuera mentira, a mí se me quedó perennemente grabado en la memoria. L...