La tragedia que vive el futbol mexicano no es de ahora, lleva cocinándose desde que este deporte se empezó a comercializar de forma excesiva y grosera, esto es, desde que se inventaron los torneos de Apertura y Clausura (antes, de Verano e Invierno), por lo menos, y se dividieron los equipos en cuatro grupos, lo que constituye un incentivo perverso para practicar un juego apenas suficiente para “calificar” a la siguiente ronda.
Así, se presentan absurdos como el de la temporada que apenas terminó y en cuya liguilla participó un equipo (Jaguares de Chiapas) que ocupó el duodécimo lugar de la clasificación general, o como cuando los Pumas de la UNAM se coronaron habiendo sido los novenos en dicha clasificación, o, más ridículo aún, cuando el equipo que descendería a la Segunda División estaba, a la vez, disputando el título de Primera, que llevó a nuestras “autoridades” a reglamentar la imposibilidad de tan estúpida circunstancia.
Comercialización que no pasa desapercibida incluso al aficionado más distraído e indolente con la insultante y nauseabunda publicidad que el duopolio televisivo nos receta durante todas sus transmisiones, a pantalla completa y desentendiéndose continua y totalmente del partido.
Pero qué se puede esperar de ese par de tontos “útiles”, Decio de Maria y Justino Compeán, que “dirigen” los destinos de este deporte, y comparsas que los acompañan, entre ellos el exquisito Vergara. Lo único que persiguen es generar utilidades explotando a aficionados y jugadores por igual... y lo consiguen.
Ahí están las consecuencias: un futbol de pésima calidad y que no le está alcanzando a México ni para pasar al Mundial de Sudáfrica de panzazo, frente a “potencias” como Honduras, El Salvador, Costa Rica y Estados Unidos, superando en la actualidad únicamente al “trabuco” Trinidad y Tobago.
Por cierto, fue impresionante ver en una toma televisiva cómo los aficionados salvadoreños no respetan ni a sus propias mujeres. El manoseo que hicieron de una de ellas mientras se desplazaba junto con su novio por las tribunas movía a la rabia ajena y provocaba tristeza. La cara de terror de la chica conmovía de veras. Nunca he observado algo así en estadios mexicanos. Las bajezas estuvieron a la orden del día en esta ocasión en El Salvador.
Recomendación: promuevan la calidad futbolística volviendo a los torneos largos, fomentando una competencia real donde el campeón se lleva los mayores honores participando en torneos internacionales de renombre (Libertadores, por ejemplo), y, para que el interés no decaiga, donde los siguientes equipos en la clasificación general diputaran otros torneos internacionales (Sudamericana, Concacaf, etc.).
Finalmente, hagan algo, por favor, para liberar al aficionado de tanta publicidad imbécil. Intenten convertir el futbol en América en algo similar a lo que se practica en Europa, incluidas sus soberbias transmisiones televisivas.