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Mostrando entradas de octubre, 2019

En memoria de mi madre Evangelina

En este día de muertos, “desenterré” la siguiente carta publicada íntegramente en Palabra de lector de la revista Proceso (número 858) el sábado 10 de abril de 1993. ¿Habrá avanzado en algo el humanitarismo en la procuración de salud en nuestras instituciones públicas y privadas en estos más de 26 años? Me aterra pensar que probablemente no mucho. Los mercaderes de la salud Señor director: Quiero denunciar ante usted los desmedidos afanes de lucro y otras irregularidades “menores” que tienen lugar en el hospital Médica Sur . El sábado 13 de marzo, mi madre, una señora mayor de más de 70 años de edad, se despertó sintiéndose muy mal y con dolores insoportables en la parte baja del vientre. Este parecía ser otro más de los innumerables y penosos padecimientos por ella sufridos a lo largo de los últimos 20 años de su vida: asma crónica, embolia cerebral, pérdida de un ojo por operación de cataratas mal practicada, fractura de cadera por una caída de las escaleras, múltiple...

Los papás de la Tota

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En 1959, hace 60 años exactamente, era yo un chiquillo de nueve de edad que cursaba el tercer grado de primaria en el Colegio Cristóbal Colón de la hoy Ciudad de México. El transporte escolar me recogía a las puertas de la casa poco antes de las siete de la madrugada y me devolvía al mismo lugar después del mediodía. Comía rápidamente y quedaba listo para que me recogiera de nuevo alrededor de las tres para las clases de la tarde. Me regresaba “definitivamente” a casa cerca de las siete… y a darle a la tarea. En la actualidad, un ritmo de vida tan frenético sería imposible. Como quiera que sea, por las tardes esperaba el camión de la escuela junto conmigo un compañero grandullón ¡de sexto!, Eugenio Noriega, que para mayores señas era el campanero del colegio, ese que marcaba el inicio y final de actividades en la escuela haciendo sonar, precisamente, la campana. Era grande, fuerte y de mucho carácter. Parecía mucho mayor de lo que en realidad era. Un día, mientras esperábamos, pas...

2019: Odisea en el Japón

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Caro, mi hija, planeó con bastante adelanto su viaje a Japón, pues le dio incluso tiempo de tomar clases de japonés, tan perfeccionista como siempre. Finalmente, el día llegó y el miércoles 9 de octubre a medianoche su novio, Juan Martín, vino a buscarla a la casa para que medio durmieran en el hogar de los padres de éste y que el jueves 10 en la madrugada su hermano los llevara al Aeropuerto del Bajío, en Silao, de donde saldrían con dirección a Dallas, que a su vez sería el punto de partida hacia su destino final: el Aeropuerto Internacional de Narita, en Japón. Increíblemente en el aeropuerto mexicano nada les dijeron, pero a su arribo a Dallas les indicaron que su vuelo estaba cancelado por un tifón, que mas sin embargo pudieran intentar en otro vuelo de American Airlines que salía un poco antes. Sin embargo, como un tifón es un tifón y la magnitud del Hagibis era de una intensidad que en Japón no se había sentido en seis décadas, esa otra alternativa también resultó vana....

Un trío inverosímil: mi prima, José José y yo

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Pero no, no musical ni de los otros. Como dicen las reporteras de la farándula, déjenme y les platico. Al igual que José José, yo soy oriundo de Clavería, en Azcapotzalco, y viví ahí, en la calle de Allende, por más de 30 años (desde 1951 hasta 1982), justo enfrente del Parque de la China, ese que se ha vuelto tan icónico en los últimos días por confluir en ese lugar cuanto homenaje le han rendido al Príncipe de la Canción en dicha colonia y por tener hasta una estatua del adorado ídolo. Lo veía desde la ventana de mi recámara, no al Príncipe, sino al parque. Toda la familia vivía por el rumbo o en la vecina San Álvaro, de la misma delegación. Colonias siamesas, unidas por la avenida Egipto. Casi todas las tardes mi madre Eva visitaba a su hermana Lupe en la calle Niza de esta última demarcación, adonde también iban dos hermanas solteronas, Lore y Chacha, que vivían no lejos de ahí, en Sánchez Trujillo número 7. Huelga decir que todos los trayectos se cubrían a pie en pocos mi...