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Mostrando entradas de 2011

El patetismo de un neófito

No soy alguien al que se le haya inculcado el gusto por la música desde la infancia ni, para suplir esta carencia, lo haya cultivado yo mismo cuando sentía que ella era capaz de moverme a la dicha cuando la escuchaba. Esto representa no sólo una grave carencia, sino una auténtica desgracia. No obstante, recuerdo que en septiembre de 1989 en Barcelona, durante la luna de miel de mis segundas nupcias, salía con mi esposa de visitar el casi terminado estadio olímpico de Montjuic cuando divisamos una banda estudiantil de música, con grandes instrumentos de viento y demás implementos propios de dichas bandas. La explanada exterior del estadio estaba casi desierta y mi mujer y yo nos sentamos ahí a escuchar los ensayos del grupo. Como digo, no es algo que necesariamente requiera de cultivarse profesionalmente, pues sería imposible explicarse cómo hasta los animales se sosiegan cuando cierta música se ejecuta cerca de ellos. No que yo me considere tal, pero casi. En fin, escuché la ejecuci...

Desde Rusia con asombro

Hace no mucho leía yo en un libro de Ignacio Solares cómo Julio Cortázar narraba con delectación un hecho menos inverosímil que el que a continuación relato, y se regodeaba de cómo el destino nos tendía trampas en este sentido. Hice un viaje a la URSS en 1988, cuando todavía ésta era "una sola nación". El muro caería un año después y la URSS se atomizaría como dos más tarde. Eran mis felices días de divorciado. Llegué con el grupo de desconocidos (como unos quince) a Moscú y de ahí a Volgogrado, Stalingrado, Tbilisi (Georgia), Yereván (Armenia), Yalta, Kiev (Ucrania), Leningrado (hoy San Petersburgo), y de vuelta a Moscú. Desde luego, Petersburgo solita valió el viaje, con una guía maravillosa llamada Valentina Vladimirovna Tijomirova, ni fea ni bonita, pero a la que su extraordinario talento hacía ver maravillosa. De repente, un día en el autobús, dijo: "¡Miren, miren!, ése es el lugar donde la policía agarró a Rodia", y lo decía con un entusiasmo tal que contagia...

México, Estado fallido

El sábado 12 de febrero de 2011 a las seis de la tarde partió de la terminal de autobuses de la ciudad de Querétaro la unidad de la línea Primera Plus que transportaría al Distrito Federal a los pasajeros que poco antes la habían abordado. Todo transcurría normalmente hasta que, de improviso, a la entrada a la ciudad de México, varios individuos que viajaban como pasajeros desenfundaron sus armas y amedrentaron a los verdaderos viajantes para despojarlos del dinero en efectivo que llevaban. Acto seguido, los conminaron a que les entregaran todas sus demás pertenencias, incluidas credenciales de identidad, tarjetas bancarias, bolsos y carteras, cámaras, computadoras y hasta pasaportes y visas, ante la impasibilidad de la acobardada mayoría y, por supuesto, del operador del transporte. Al arribar al aeropuerto internacional Benito Juárez, ninguno de los asaltados quiso interponer una denuncia ante el ministerio público que para el efecto se encuentra en dicha demarcación. Hubo quien soli...