lunes, 29 de mayo de 2023

El gozo al pozo y el muerto al foso

 Con frecuencia me ocurre que por andar de hocicón digo cosas totalmente infundadas (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/05/entre-el-bisturi-y-la-pared.html), pues la “competente” médica familiar del IMSS estuvo a punto de llevarme a una grave crisis con su absurda valoración de que “los lodos biliares no son operables”, sin mayor auscultación ni indagación, lo que me llevó ayer ¡domingo! a ser intervenido de urgencia para extirparme la vesícula, que ya incluso me había provocado una pancreatitis, cuadro que en conjunto me causaba insoportables molestias abdominales y lumbares, y terribles náuseas con los vómitos de rigor. Cómo es posible, digo yo, que lo dejen ir a uno a su casa con la consigna, además, de no hacerle caso a “quien quiera extirparle la vesícula”, cuando le hube explicado que un médico particular lo había recomendado así pocos días antes. Imbécil de mí, estaba poniendo en peligro mi vida por hacer caso omiso del galeno y en cambio prestar oídos a los cantos de sirena de una irresponsable, que lo único que había dicho era lo que yo había querido escuchar.

Pero no paró ahí la cosa, sino que, por otro lado, me preciaba yo de que se me hubiera conseguido una cita casi inmediata con el urólogo por mi elevado nivel de antígeno. Pues bien, la mentada cita, el jueves 25 de mayo, fue, literalmente, para que se me asignara otra cita para dentro de ¡cinco meses! (25 de octubre). De nuevo, sin valoración ni auscultación alguna por parte del urólogo, que inclusive ignoraba lo que eran los “lodos” biliares cuando le mencioné el trance previo por el que había pasado. Total, un desastre en el IMSS.

Todo lo anterior me lleva, primero, a convalecer de la intervención quirúrgica de ayer y a buscar una cita con el urólogo de mi esposa, que le salvó la vida hace cuatro años y medio, y someterme a otra probable mutilación de mi organismo, ya que existiría la posibilidad de que me quedara sin vesícula, sin próstata y con varias decenas de miles de pesos menos, mientras que el médico que no me pudo operar ayer por andar de paseo en Europa, y que en un principio diagnosticó mi mal, y el que sí lo hizo, desplazándose al hospital donde me operó en su lujoso BMW, practican una medicina menos social, pero más efectiva.

Ignoro cuántos remedios naturistas me recomendaron, tanto conocidos como ChatGPT, que lo único que hicieron fue poner en riesgo mi vida por dejar pasar el tiempo.

Los países escandinavos siguen estando muy lejos de nosotros, tendremos que apechugarlo. Por lo pronto, lo bueno es que ayer domingo la libré por poco.

jueves, 11 de mayo de 2023

Entre el bisturí y la pared

De no haberse cruzado en nuestro camino el viaje a San Miguel, a mí ya me habrían mutilado la vesícula, pero de regreso empecé a cuestionarme el plazo perentorio que un médico privado (el bisturí) me había dado para hacerlo. Lo primero que hice fue preguntarle a ChatGPT si era la única alternativa para terminar con los lodos biliares, y textualmente respondió:

No, la extirpación de la vesícula no es la única alternativa para tratar los lodos biliares. Los lodos biliares son pequeñas partículas sólidas que se forman en la bilis, un líquido producido por el hígado que ayuda en la digestión de las grasas. A menudo, los lodos biliares no causan síntomas y se descubren durante un examen médico de rutina.

En algunos casos, los lodos biliares pueden causar dolor abdominal, náuseas y vómitos, lo que se conoce como cólico biliar. Si los síntomas son leves, se pueden tratar con cambios en la dieta y medicamentos para disolver los lodos biliares. Si los síntomas son graves o si hay complicaciones, como infección o inflamación de la vesícula biliar, puede ser necesario extirpar la vesícula biliar. Sin embargo, esto no siempre es necesario.

Por lo tanto, si tiene lodos biliares, es importante hablar con su médico para determinar la mejor opción de tratamiento para su caso en particular.

Por otro lado, mi queja contra el IMSS (la pared) rindió frutos y ellos mismos me consiguieron una cita con mi médico familiar para el martes pasado, 9 de mayo. Me atendió una doctora muy competente que, al mencionarle yo el motivo de mi visita y mostrarle la placa del ultrasonido con mis lodos biliares, me espetó: “Los lodos biliares no son operables, no haga caso de quien quiera extirparle la vesícula por esa razón, pues una dieta rigurosa basta para arreglar el problema”. Acto seguido, me dijo que le preocupaba más mi nivel de antígeno, y de inmediato procedió para que se me diera una cita con el urólogo para una fecha tan próxima como el jueves 25 de mayo, lo cual es muy encomiable tratándose de medicina social, y lo que uno esperaría recibir siempre.

El médico privado que nos atendió en primera instancia (Elena me acompañó) terminó su exposición en computadora sobre mi caso con una lista de precios estratosféricos sobre cuatro alternativas de solución, en la que obviamente destacaba, por “módica”, la laparoscopía que él practica, y que casi casi lo invita a uno a tenderse panza arriba sobre su escritorio y exclamar: “¡Muy bien, doctor, adelante!”.

Afortunadamente en este caso la “pared” se ablandó lo suficiente como para brindarme un servicio de excelencia que ya agradecí puntualmente al director general del IMSS.

¡Nobleza obliga!

miércoles, 3 de mayo de 2023

San Miguel de Allende, patrimonio de la humanidad, y algunos libros, también

Hace muchísimos años leí Pedro Páramo, de Juan Rulfo, tantos, que ya no recuerdo si lo “entendí” o abandoné su lectura a medias, tan imberbe era yo, por no emplear un calificativo más severo. Mis prejuicios me impidieron volver a leerlo a pesar de los innumerables elogios que continuamente se vierten sobre él, pues recordaba su “difícil” lectura, pero ahora que me fui tres días con Elena a descansar a San Miguel de Allende para paliar mis “desgracias” (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/04/mejor-que-en-dinamarca.html), lo llevé conmigo para leerlo un par de veces, tan corta es la novela. La primera me embrollé como en aquellos lejanísimos tiempos, aunque la segunda, ya con conocimiento de causa, la gocé enormemente. Esa mezcla que hace Rulfo del mundo de los muertos con el de los vivos es poesía pura, literatura del más alto nivel, no en balde se le considera como el precursor del realismo mágico, ya que en 1955, fecha de la publicación de esta obra maestra, todavía faltaba mucho para el boom de este maravilloso estilo de escribir. Cien años de soledad no vino sino hasta casi tres lustros después.

Además, haberlo hecho en un pueblo como San Miguel, mientras Elena se zambullía en las aguas termales del Escondido, le otorgó un encanto especial. Pero no piensen mal, también visitamos la iglesia de San Miguel Arcángel, ícono de la ciudad; disfrutamos de un concierto nocturno gratuito a las afueras de este recinto, con bailaores argentinos y un conjunto mexicano de rock (El Pecado de Afrodita); visitamos el parque ecológico El Charco del Ingenio; degustamos los churros con chocolate de Margarita Gralia, y, en fin, cenamos en uno de los mejores restaurantes que yo recuerde: el Atrio (La Azotea). Se nos ocurrió también irnos a meter al bar del hotel más caro de San Miguel, el Rosewood, cuyas tarifas por noche promedian los trece mil pesos. Nos salió cara nuestra osadía: 630 pesos por una margarita y dos Heineken, aunque con un conjunto de jazz extraordinario. Nosotros nos hospedamos en La Mansión del Bosque, apenas a la vuelta, a no más de doscientos metros de ahí, y mil 749 pesos con 60 centavos ¡por dos noches! Una verdadera ganga.

Otros dos libros de los que me gustaría comentarles son Guía para leer a Mario Vargas Llosa, de Carlos Granés, una de cuyas obras ya comenté (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/03/gracias-carlos.html), y Tongolele no sabía bailar, de Sergio Ramírez. El primero, obviamente, no es para leerse de pasta a pasta, pues es un popurrí de todas las creaciones del Nobel peruano. ¿Se pueden imaginar algo más tedioso? Sin embargo, como guía, es magnífico. Si yo tengo en mente un libro de don Mario, sólo necesito acudir a dicha guía, leer el generoso extracto que sobre él se da, y obrar en consecuencia, ya sea comprándolo o descartándolo.

Con el segundo fui un poco más escéptico, ya que, prejuicioso como soy, el título me parecía grotesco. Pero qué va, pues la novela se centra sobre cuatro personajes principales: el inspector Dolores Morales y su inseparable Serafín, (a) Rambo, ambos de los “buenos”, y el comisionado Anastasio Prado, Tongolele, por el mechoncito cano en el copete, a semejanza de nuestra sempiterna vedete Tongolele, y que, a diferencia de ésta, no sabía bailar, y su pareja Pedrín, ambos de los “malos”. Tongolele incluso paramilitar, responsable de masacrar estudiantes. La trama transcurre durante los años del tirano Daniel Ortega y su nefasta consorte Rosario Murillo, y aunque el autor no hace referencia directamente a ellos durante la trama, resulta obvio a quién apunta cuando suelta “Ya saben quiénes”, lo que me hizo pensar en el nuestro, muerto de la risa. El drama no versa sobre el desgobierno de este par de déspotas, pero no es difícil imaginar que en el trasfondo bien que lo hace. La masacre que ocurre durante La Madre de todas las marchas apunta en esta dirección. No en balde Sergio Ramírez es un escritor maldito, desnacionalizado y echado fuera de Nicaragua por el odioso Ortega.

En fin, ¡vivan San Miguel de Allende y las obras literarias de excelencia, patrimonio de la humanidad!