No soy un crítico literario...
… ni muchísimo menos. Me atengo a comentar con ingenuidad los libros que leo, no como los sesudos intelectuales en publicaciones culturales de alcurnia, que cuando se termina de leerlos a propósito de un libro que también uno leyó, no queda más que exclamar con sorpresa: ¡ah, chinga!, ¿estará hablando del mismo libro que yo leí y tanto disfruté?, no creo. Dicen que atrás de cada crítico acerbo se esconde un escritor frustrado; sé de varios casos. Pasando a lo mío, acabo de leer la abrumadora y exuberante novela total (el calificativo corre por mi cuenta) de Charles Dickens La casa desolada , que se extiende la friolera de mil 187 páginas, y en la que se da cuenta de las vicisitudes de cuatro personajes principales: John Jarndyce y tres jóvenes y maduros pupilos huérfanos bajo su tutoría: Esther Summerson, heroína de la historia y narradora en primera persona de buena parte del relato, su queridísima amiga Ada Clare y la futura pareja de ésta Richard Carstone. En torno a ellos v...