miércoles, 27 de septiembre de 2023

La gatita de Scarlet

Vivimos la época de la crueldad y el maltrato animal, quizá no tanto porque se den más ahora que en otros tiempos, sino porque los hemos hecho mucho más visibles. Sin embargo, hay casos en que la tendencia apunta muy en otra dirección, como en el de nuestra asistente en el negocio, Scarlet, una chiquilla de 24 años de edad, pero que aparenta no más de 16, cuya gatita, agobiada por sus malestares físicos, huyó del hogar y a la que logró recuperar poco tiempo después, pero su condición física era tan deplorable que decidió llevarla al veterinario para que la “durmiera”.

Así, hace dos días, Scarlet se comunicó conmigo para solicitar permiso de llegar un poco tarde a la tienda para cumplir con tan infausta encomienda, cosa a la que accedí de inmediato. Poco después, se presentó con el doctor hecha un mar de lágrimas para que este le administrara al animalito la inyección letal. Una vez “dormida” la gatita, el veterinario le permitió que se despidiera de ella con un beso, un apapacho y abundantes lágrimas, y la dejó ahí para que el médico dispusiera de ella de la mejor manera posible.

¿No les parece increíble que no hayamos alcanzado este alto grado de civilidad para con nosotros mismos, viviendo, hoy más que nunca, una época de crueldad y maltrato humano con tantísimos “avances” en el campo de la medicina que impiden que uno se vaya de este mundo cuando se le dé su puñetera gana? Aunque fuera simplemente por hartazgo existencial, ¡coño!, decirle a la esposa: Elenita, acompáñame a Farmacias del Ahorro con el médico de guardia para que me administre esto y ya, sanseacabó, y evitarnos resonancias, biopsias y demás, y dejar en la miseria a la familia.

La que ya se está animando es la susodicha Elena, que esta mañana me dijo: Mi rey, con lo que nos queda, vámonos de viaje y, cuando regresemos, te llevo con el veterinario de Scarlet, ¿sale?

Por mí, encantado de la muerte, me cae.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Insoportable sufrimiento

El pasado Día del Padre le pedí a mi hijo que me regalara la “heptalogía” En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, y que consta de las siete novelas Por el camino de Swan, A la sombra de las muchachas en flor, La parte de Guermantes, Sodoma y Gomorra, La prisionera, Albertine desaparece y El tiempo recobrado. Aguanté nada más los tres primeros volúmenes y hasta la página 291 del cuarto. Nunca en mi vida de lector había experimentado tal displacer y frustración con la lectura de una obra, que desmiente cabalmente la afirmación de Marx Arriaga, nuestro flamante director de Materiales Educativos de la SEP, a quien se le imputa la afirmación “Leer por goce, acto de consumo capitalista”. Lo reto a que se sople esta infumable saga de Proust sin quedar más bien asqueado hasta el punto del vómito. Es seguro que don Marx ama entrañablemente a este autor “socialista”.

La trama de la obra es narrada en primera persona por el protagonista de la misma, Marcel, pero esta no consiste más que de la inane ilación de necedades y aburridas escenas en la vida de éste, cuyo clímax se da, paradójicamente, apenas concluida la primera parte del volumen inicial, con la archiconocida y manoseada historia de las magdalenas, esos panecillos que le hacen evocar con nostalgia al narrador tiempos y lugares pasados y entrañables. Tal pareciera que la historia de En busca… empezara y terminara ahí.

La vida en sociedad de nuestro héroe, principalmente en sus relaciones con la nobleza y aristocracia de la época, es deprimente por su vacuidad, pero además, el estilo de Proust resulta insoportable por su prosa embrollada y enrevesada en grado extremo, a tal punto que uno se pierde fácilmente en la “trama” y no sabe ya de qué coños se está hablando.

Pero eso sí, farsantes hocicones se llenan la bocota y proclaman a los cuatro vientos, ah, En busca…, una de las obras más grandes de la literatura universal de todos los tiempos, sin siquiera haberla leído y lamentándose de la terrible injusticia cometida contra Marcel al no habérsele entregado el Nobel de literatura. Por algo habrá sido.

Esta magna obra es de esas que uno está seguro que no la han leído más que el autor y el traductor, pues el que esto escribe aguantó únicamente 1,892 páginas de las 3,258 de que constan los siete volúmenes que la conforman, durante los 94 días que van del Día del Padre a ayer que felizmente abandoné su lectura lleno de júbilo, me cae. Es como comprobar que uno ha sido capaz de liberarse de un vicio.

Lo único que me parece acertadísimo de la historia de Marcel Proust es el título, pues cuando uno se decide a abandonar su lectura no le queda más que ir en busca del tiempo perdido, y cuanto más pronto, mejor. 

viernes, 8 de septiembre de 2023

Cáncer

Quizá alguien recuerde que en mayo pasado tuve una cita con un urólogo del IMSS-Dinamarca, quien, sin auscultación previa, me citó para dentro de cinco meses, una vez que me hubieran corrido algunos estudios ahí mismo relacionados con mi elevado nivel de antígeno, fecha que apenas se cumplirá el próximo 25 de octubre. En el ínter, se presentó el problema con mi vesícula, mal diagnosticado por la médica familiar del mismo Instituto, y que terminó con la extirpación urgente de la víscera en un hospital privado el último domingo de aquel mayo, apenas tres días después de mi encuentro con el referido urólogo, quien, por cierto, ¡desconocía lo que eran los lodos biliares!

Sin embargo, decidí no esperar más y el 31 de agosto acudí con el urólogo particular que intervino de emergencia a mi esposa Elena por un cálculo en el riñón hace casi cinco años (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2018/12/elena.html). De inmediato me auscultó y prescribió un tratamiento de tres medicamentos, citándome para dentro de un mes con los resultados de los niveles de antígeno total y libre en sangre. Transcurrido el mes, estos niveles le parecieron sospechosos, pues su relación indicaba un 38% de probabilidad de cáncer, por lo que me mandó a realizar una resonancia magnética multiparamétrica.

Si ya de por sí esta prueba es tormentosa, pues eso de pasar oprimido de pies a cabeza en un estrecho embudo durante dos horas entre molestos ruidos -que no sonidos- de toda índole es una experiencia infernal inenarrable, los resultados preliminares que arrojó no son nada alentadores, ya que ahora la probabilidad de cáncer se incrementó a un 70%.

A esto le seguirán biopsias, posible extirpación de próstata y mediciones regulares de niveles de antígeno para vigilar que el cáncer no se extienda. Como acertadamente me comentó mi primo, compañero de la misma desgracia: el cáncer no se cura, se controla. Ese es el pedo de hacerse viejito. Digo, mejor marcharse con toda dignidad a los 70 y evitarse estas miserias pasado dicho límite.

Además, todavía me queda el recurso de una segunda opinión el miércoles 25 de octubre en el IMSS-Dinamarca.

No se rían.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

El Instituto Electoral me llama frívolo

A raíz de mi denuncia http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/06/eslibia.html ante el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) en contra del tramposo gobernador de la entidad Diego Sinhue y su favorita para sucederlo Libia Dennise (nuestra Sheinbaum vernácula), misma que les envié tal cual con los soportes periodísticos correspondientes, me responden de ahí, en un largo y farragoso auto de trece páginas, que por frívola, al basarla únicamente en despachos noticiosos, mi denuncia fue desechada, pero cómo quieren que uno sustancie su queja con documentación oficial si los sujetos obligados se niegan a proporcionarla vía la Plataforma Nacional de Opacidad (PLATANO, nunca mejor aplicado un acrónimo a un ente gubernamental) a través del Instituto de Acceso a la Información Pública para el Estado de Guanajuato (IACIP).

Ya con anterioridad relaté mis vicisitudes con dicha plataforma para allegarme información de interés público en general, pero especialmente para este caso en particular  (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/08/plataforma-nacional-de-opacidad.html).

A pesar de todo, mi denuncia dio para dos visitas de la autoridad electoral local a mi domicilio y una -supongo- concienzuda y extensa investigación de su parte para desechar con cualquier pretexto mi lamento.

Por mi parte, sigo a la espera de la información solicitada al Ejecutivo estatal mediante los recursos de revisión que interpuse mediante la PLATANO y que podría tardar algunos meses en llegar.

Como diría el gran Kalimán al buen Solín: Paciencia y serenidad.