El rencor nos envenena, lejos de hacerlo con nuestro enemigo.
Alejandra
Cuevas Morán
Anoche (miércoles 30 de marzo) tuve la fortuna de disfrutar en vivo de la esplendorosa entrevista multitudinaria que los periodistas de El Universal, David Aponte, Maite Azuela, Valeria Moy, Juan Pablo Becerra Acosta y Héctor de Mauleón, le realizaron a Alejandra Cuevas Morán y su hijo Alonso Castillo Cuevas (https://www.youtube.com/watch?v=u48u7DSlvtU). Realmente habría muy poco que agregar. El epígrafe con el que acompaño este escrito fue una perla que Alejandra lanzó espontáneamente desde lo más profundo de su alma al final de la plática. Quizá por eso ella se vea tan jovial a sus 68 -como si no hubiera estado injustamente presa tanto tiempo- y uno tan acabado a los 72, aunque, como siempre he sostenido, no es que sea rencoroso, sino que tengo muy buena memoria.
Terminé la velada tan lleno de rabia y coraje, y con el rostro tan desencajado, como Alonso, quien, él sí, no se resigna, a diferencia de la madre cuando pronunció su frase, y dijo; “No, yo sí quiero que este criminal -refiriéndose, obviamente, al fiscal general Alejandro Gertz Manero- pague todas sus culpas en vida”. ¡Bien, Alonso!, pues siempre he sostenido que el único perdón debiera ser la venganza. En este caso particular, más que en ningún otro.
No sé cuántas veces me habré preguntado, y conmigo millones más, ¿cómo es que llegamos a tal grado de degradación y perversidad en nuestro pobre y querido -a pesar de todo- México? Saber de los contubernios de Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México, con el despreciable Gertz para que la parienta de aquel, Laura Cuevas Morán, hermana de Alejandra, quedara fuera del expediente penal, revuelve el estómago, y permitió al fiscal lanzar toda su saña y podredumbre contra ésta y su familia, cuando Laura hubiera podido calificar también como “responsable accesoria”, esa aberración jurídica.
Pero además están los casos de otras reclusas y de los que la propia Alejandra tuvo conocimiento en el penal: las corruptelas entre abogados de oficio y jueces venales que empobrecen al extremo a las presas con la promesa de una pronta liberación que nunca llega. Innumerables casos de ilustres desconocidas que jamás alcanzarán los mass media. O de la audiencia que le programan a otra en marzo para mediados de septiembre, haciendo mierda aquello de justicia pronta, expedita y gratuita. ¡Sí, cómo no! De aquí, la OSC que está formando Alejandra para atender a todas estas pobres infelices.
Pero está, sobre todo, el despreciable Alejandro Gertz Manero, ¿de verdad no nos indigna hasta la náusea contar con un abogado general de tan baja estofa y alta estafa? ¿Qué tendríamos que hacer para liberarnos de él, ya que el imbécil del que “depende” no sólo no arroja luz sobre el particular, sino que le otorga su apoyo incondicional? Quiero vomitar.
Algo que no se mencionó anoche, entre muchas otras atrocidades, quizá porque no venía al caso, fue el “expediente de los 31”, ese que se les abrió en la fiscalía a otros tantos respetables científicos para vengar las ínfulas del plagiario Gertz de querer pertenecer al nivel tres del SNI y que se le negara en un principio, y después, abyectamente, le concediera María Elena Álvarez Buylla. Científicos entre quienes se encuentra mi compañera de universidad Julia Tagüeña Parga, primera en la lista de fobias del fiscal. Expediente que seguramente se encuentra en stand by en la actualidad, pero que en cualquier momento las frustraciones de este loco pudieran resucitar -como espada de Damocles- nomás por chingar y para satisfacer sus deseos de venganza contra el universo.
¡Qué facha de ser (Gertz) y qué joya de periodismo (el video)!