Schopenhauer, filósofo maldito
Thomas Mann reavivó mi interés por el filósofo, coterráneo suyo, Arthur Schopenhauer. En el tramo final de Los Buddenbrook (Edhasa, agosto de 2008), el personaje central y álter ego de Mann, Thomas Buddenbrook, entra en profundas cavilaciones que lo llevan al éxtasis a raíz del encuentro casual y lectura de un mal cuidado libro de metafísica, que no es otro que la magna obra de aquél El mundo como voluntad y representación . El estado de ánimo de Buddenbrook, en esa etapa de su vida narrada en la novela, era el propicio para llegar a ese éxtasis: a pesar de sus denodados esfuerzos y duro trabajo de toda la vida por conservar el estatus de privilegio de su familia, que venía desde su abuelo y tal vez antes, ésta ha declinado irremisiblemente, y la debilidad y fragilidad de su hijo único, Hanno, aún menor de edad, le han hecho perder totalmente la esperanza de que éste pudiera rescatar nada. Buddenbrook, escribe Mann, devoraba el libro de Schopenhauer, entendiendo algunas...